"Estoy convencido de que el niño empieza bastante pronto a intuir esta relación entre el ser y el no ser. Alguna vez lo podrán sorprender mientras baja los párpados para hacer desaparecer las cosas, los reabre para verlas reaparecer, y repite pacientemente el ejercicio. El filósofo que se pregunta sobre el Ser y la Nada, con mayúsculas, como corresponde a estos respetables y profundos conceptos, en sustancia no hace sino retomar, a alto nivel, aquel juego infantil."