miércoles, 29 de agosto de 2007

Canto a la luna




Hay personas que conmemoran la salida de la luna todos los meses con una visión mágica del único satélite natural de la Tierra y el único que podemos ver en detalle a simple vista.
El día 27 de agosto lunes, hizo una noche despejada que dejaba ver desde Jomezana lo
maravilloso y misterioso que puede ser el cielo. El misterio de esa bola inmensa sostenida en el espacio llena de tanta luz, tanta redondez y tanta perfección. Con simples prismáticos pude ver sus cráteres, sus ojos y hasta su sonrisa y por un momento me acordé de esas noticias que nos trae el periódico donde los grandes especuladores amenazan con colonizar la luna a base de vuelos charter, cobertura y zonas wifi.
El 27 de agosto fue una noche hermosa para cantar a la lunita tucumana y al sapo cancionero, y como en esta Asturias del alma el tiempo puede cambiar en un plis, lo que el 27 fue una noche despejada y cantarina el día 28 se convirtió en una noche de orbayu imparable que reunió en la playa a un grupo de gente, al calor de una paella y una hoguera. Se termina el verano y alguien solidario y entusiasta convoca una reunión alrededor de una luna llena y p’allá vamos.
Acercarse a un grupo de personas que no conoces siempre es una experiencia excitante, casi sin querer observas las miradas llevando tu mejor sonrisa atraída por el mar y el fuego como buenos aliados.
No hay duda que en el proceso de socialización de la especie humana, el fuego ha tenido desde siempre una importancia fundamental. Puede ser que un rayo provocara una llama hace millones de años y el homo erectus atraído por su magia se sentara a calentarse ,realizando sin darse cuenta la primera reunión en grupo o puede ser que pensara en ello sólo como símbolo de poder, pero si quieres reunirte con unos amigos o desconocidos una noche de luna llena ,la hoguera es fundamental, y si además hay un poco de arte y consigues transformar montones de plásticos en esculturas y palos que el mar devuelve en un buen fuego ,pues mejor que mejor.
La noche avanzaba y las nubes seguían ocultando aquella luna que estaría llena en alguna parte del planeta, y sigue lloviendo y se reparten platos repletos de una paella caliente que nos da vida. A medida que avanza la noche las conversaciones van surgiendo y te enteras de donde viene la gente y a qué se dedican, es un tiempo lento donde se intercalan las buenas maneras y los silencios y a pesar de la lluvia hay un pasar la noche juntos remojados, en plan tranquilo y agradable. Pero surge algo que rompe ese pasar ; las personas que organizan tienen un programa para la noche , un programa para darle sentido que se me había olvidado, un programa necesario para organizar este tipo de reuniones y cuyo fin es recordarnos lo agradable que es juntarnos de vez en cuando acompañandolo de una serie de rituales; cánticos , miradas a los puntos cardinales ensalzando sus poderes , expulsiones de lo viejo para abrirse a lo nuevo y presentaciones personales en gran grupo ,y lo que hasta entonces era una reunión con su ritmo lento pero propio, se convierte en algo dirigido y programado .Surge una necesidad imperiosa de empujar el río que resulta superficial e innecesaria y en ese momento me siento en la obligación de agradecer a los anfitriones el trabajo realizado y entro a formar parte de un circulo donde se invocan elementos, se mira al cielo, se estrechan las manos y se hacen presentaciones y discursos de amistad que terminan rompiendo algo, que no sé lo que es pero que me invitan a marchar, agradecida por todo.