jueves, 5 de julio de 2007

Cuentos Medicinales

(Especial para babayagas pendientes de operaciones de espalda)

LA BABAYAGA MARIA DEL MAR


Érase una vez una Babayaga llamada Maria del Mar, como el mar azul y la mar brava. Aquella mañana salía de su casa rumbo a Nueva York, cantando la canción del marinero, cuando en la esquina de un arrecife el barco naufragó.
Cuentan las estadísticas que de los 1500 pasajeros, 1400 quedaron sin habla y que los cien restantes recuperaban la energía lentamente proponiendo soluciones. La Babayaga Mar era una de ellas, crecía en las adversidades como un huracán que el viento transforma en tornado.
Mientras el agua entraba en la sala de maquinas Mar distribuyó víveres y ropa seca repartiéndola equitativamente y sin aglomeraciones vigilando la temperatura de los más pequeños , mientras recordaba en voz alta los rincones de Muniellos. La situación era tensa y requería decisión, cuidados y atención.
Los alimentos calmaron durante un tiempo a niños y mayores, pero los más viejos comenzaron a lamentar sus errores pasados amenazando lo peor. Por suerte Mar recordaba la receta para la melancolía y en un plis plas preparó unos canutilllos de crema envueltos en algas, cuyos efectos mágicos fueron casi inmediatos. Así pasaron dos semanas tórridas y tenebrosas entre aguas saladas, curas de urgencia y comidas enigmáticas que Mar utilizaba como señales de humo.
Al amanecer de la segunda semana de naufragio y con la espalda crujiendo como una rama seca arribaron a las costas de Ulises, donde los hombres luchan contra sus miedos cuerpo a cuerpo. Todavía algún desalmado cíclope amenazaba sin piedad con aplastar la tercera y cuarta vértebra de su maltrecha espalda, recortando su pensión y su salud.
Fue entonces cuando Poseidón ,el mar sabio conocedor de la bondad de los hombres se revolvió indignado ,y con una fuerza descomunal y tranquilizadora sopló al oído de Maria del Mar un aire cálido que le llevaría a buen puerto , susurrándole entre las olas que pronto aparecería una tabla, una tarta de fresa, una frase amistosa y hasta el cuento de una amiga que le haría recordar ; la valentía de lo caminado, la generosidad de lo silencioso , los puertos que todavía no tocamos y la fuerza recogida de los pequeños naufragios que nos hacen más fuertes siempre .