sábado, 3 de febrero de 2007

En la pagina de Eduardo Galeano

Puntos de vista
Si Eva hubiera escrito el Génesis, ¿cómo sería la primera noche de amor del género humano?
Eva hubiera empezado por aclarar que ella no nació de ninguna costilla, ni conoció a ninguna serpiente, ni ofreció manzanas a nadie, y que Dios nunca le dijo que parirás con dolor y tu marido te dominará. Que todas esas son puras mentiras que Adán contó a la prensa.
Puntos de vista/4
Desde el punto de vista del oriente del mundo, el día del occidente es noche.
En la India, quienes llevan luto visten de blanco.
En la Europa antigua, el negro, color de la tierra fecunda, era el color de la vida, y el blanco, color de los huesos, era el color de la muerte.
Según los viejos sabios de la región


Si las Santas Apóstolas hubieran escrito los Evangelios, ¿cómo sería la primera noche de la era cristiana?
San José, contarían las Apóstalas, estaba de mal humor. El era el único que tenía cara larga en aquel pesebre donde el niño Jesús, recién nacido, resplandecía en su cuna de paja. Todos sonreían: la Virgen María, los angelitos, los pastores, las ovejas, el buey, el asno, los magos venidos del Oriente y la estrella que los había conducido hasta Belén de Judea. Todos sonreían, menos uno. San José, sombrío, murmuró:
—Yo quería una nena.



Los sin tierra
Sebastião Salgado los fotografió, Chico Buarque los cantó, José Saramago los escribió; cinco millones de familias de campesinos sin tierra deambulan, «vagando entre el sueño y la desesperación», por las desiertas inmensidades de Brasil.
Muchos de ellos se han organizado en el Movimiento de los Sin Tierra. Desde los campamentos, improvisados a las orillas de las carreteras, se desprenden ríos de gente que a través de la noche avanzan, en silencio, sobre los latifundios vacíos. Rompen el candado, abren la tranquera, entran. A veces los reciben, a balazos, los pistoleros o los soldados, que son los únicos que trabajan en esas tierras no trabajadas.
El Movimiento de los Sin Tierra es culpable: no sólo no respeta el derecho de propiedad de los zánganos, sino que además, para colmo, tampoco respeta el deber nacional: los sin tierra cultivan alimentos en las tierras que conquistan, aunque el Banco Mundial manda que los países del sur no produzcan su propia comida y sean sumisos mendigos del mercado internacional.