Prefiero morir lejos de hospitales.
Ahorradme el paseo de las batas blancas con sus tonos compasivos y sus palabras infantiles, ahorradme molestar a compañeros de habitación que quieran distraerse con la televisión o la radio, ahorradme las visitas de familia extraña y conversaciones vacías, abrid la ventana, dejadme respirar el aire y así placidamente dejadme dormir tranquila, sabré por las miradas cuando se acerca la hora.
Y cuando mi cerebro no sea mío, no tratéis de estirar mi tiempo artificialmente.
Enterrad mis dolores y mis miedos en la fosa más profunda y dad lo que de mi cuerpo pueda servir a otros transformando la muerte en vida, y si algo queda esparcid las cenizas a los vientos de