Este mes murieron Ángel González y Bobby Fischer, un poeta y un campeón de ajedrez. Para Ángel González la amistad era todo, para Fischer no era nada.
Fischer era el prototipo de loco inteligente, que fue famoso por ganar a Spasski en la derrota más sonada de la historia, considerada la derrota de Rusia frente a Estados Unidos.
El ajedrez es sinónimo de inteligencia y no son pocos los beneficios de este juego mental.En 1984 se intentó incluir en la escuela por sus cualidades: desarrollo de la memoria, incremento de la creatividad, enriquecimiento cultural y desarrollo mental. Mejora el pensamiento convergente, el pensamiento divergente y ayuda en la resolución de problemas .
Según esto lo mejor que podría pasarnos es nacer en tierra rusa y tener una cuna cuadriculada ,en su defecto lo mejor es tener un hermano apasionado por el ajedrez que te acerque tímidamente a esos santuarios casi místicos, donde se dan partidas múltiples venerando a algún maestro, para tener así una idea tímida de lo que es este juego; con sus silencios, sus golpes de reloj, su estrés creativo, su público atento mayoritariamente masculino y su reconocimiento al vencedor .
Pero la historia de los grandes campeones va acompañada de la miseria de los pequeños, el periódico habla de la purga y la lista negra en la que quedaban los ajedrecistas rusos que jugaron con Fischer y perdieron .El maestro y reputado pianista Taimánov cuenta lo que pasó en 1971:”No concebían que pudiera perder , me prohibieron los viajes al extranjero, las conferencias los programas de televisión y radio, los artículos en diarios, me quitaron el sueldo básico y me aplicaron el mismo castigo como pianista. De ser una gloria pasé a ser un paria.”
Y eso que era un juego.
Este mes murieron Fischer y Ángel González, dos hombres solitarios y extraños .Los amigos de Ángel González lo definen como el poeta de la amistad y no paran de expresarle su reconocimiento , lo que me llama la atención en el caso de Fischer es que su mayor contrincante Spasski, al enterarse de su muerte dijo estar deshecho. “Fischer era para mí como un hermano”
Igual hasta se parecían.
La casa de las babayagas
