domingo, 13 de enero de 2008

Juan Cruz hablando de la amistad

13 enero, 2008

La amistad
Ahora que ya han pasado muchas horas, y se hacen infinitas, de la muerte de Ángel González, me gustaría decir unas palabras sobre la amistad. Creo que ese fue el principal valor de Ángel, la amistad, saber cultivarla, saber preservarla. Al principio de nuestra relación más cercana, a finales de los ochenta, lo que quedaba claro es que él no se relacionaba con los otros porque quisiera prolongar el genio de su poesía; se relacionaba con la gente, y punto. Gente de los bares y de las calles, no era un hombre al que le importaran los grandes nombres y los grandes apellidos, ni los lugares solemnes, ni las grandes antologías o las críticas extraordinarias. Le interesaban las personas y el silencio, y era desintereado y memorioso, recordaba a la gente, la buscaba, se interesaba por ellas, las acogía, las necesitaba. Hasta el final de sus días cultivó esa facultad de la amistad mucho más que la facultad de escribir, escribir no le importaba tanto, lo hacía con desinterés y con esfuerzo, no lo hacía al final, no quería hacerlo. Lo que le imporaba era durar para estar con amigos, prolongaba por eso las noches hasta el infinito del alba, ahí estaba, el último, volviendo a casa en el último taxi de la noche. Sin la amistad la vida no importaba nada. Anoche, cuando ya se queda en la gente la soledad del día, y ésta se agranda como un recuerdo no querido, estuve pensando en él y en todo esto, y es ahora cuando el vacío de su ausencia respira mayor melancolía. La muerte de un amigo, verdadero, íntimo, un hombre que sin la amistad no era nada, él lo dijo.