martes, 11 de noviembre de 2008

Reflexión espiritual 33. La visita al ginecólogo.

En la vida de las mujeres y los hombres debe haber sofocos, colesterol y tensión entre los 20 y los 50 pero como tenemos la cabeza en el trabajo ,los hijos, la música, los cristales, la estantería ,las oposiciones y las facturas ,casi no te enteras hasta que llegan los 50, que es la edad de los análisis , las revisiones y ponerse aparatos en el cuerpo para medir cosas .
¿Por qué? Porque la gente empieza a morirse y tienes miedo : miedo al cáncer , a la depresión , a que te de algo , a perder la memoria, el dinero, miedo a los sofocos, el colesterol, la tensión , los estrógenos y al ginecólogo .
Esta etapa misteriosa de los 50 que durante siglos pasó sin pena ni gloria, ahora tiene nombre y apellido. Se llama menopausia que podía venir de “vamos a hacerlo todo más lento pa que nos preste”, pero viene del griego ‘Men’, que significa mes, y ‘Pausis’, que significa desaparición y que los que saben, pueden confundir con el climaterio, que proviene del griego ‘Klimater’ (Grado o escalera), y ‘Thero’ (animal), “animal de escalera” donde desaparece todo. A su vez El climaterio, que se inicia alrededor de los 45 años y finaliza a los 65, está formada por tres fases: premenopausia que dura de dos a ocho años, perimenopausia dura como mínimo hasta el primer año siguiente a la retirada de la menstruación y posmenopausa que se inicia al año de la última menstruación o menopausia y finaliza en la senectud.
Resumiento,una vez que te pones a sudar como un pollo por las noches provocando la congelación del compañero y estás al día en cambios de humor, insomnio y parestesias, que no sé lo que es, ni lo pienso buscar, vienen las revisiones y las visitas al ginecólogo; un señor o señora de bata blanca con ayudante al lado de bata blanca, una sonrisa y una cortina al lado.
Previamente en la sala de espera , las mujeres y algún marido desencajado pasa el tiempo leyendo todos los folletos del mundo mientras se da un repaso a la vida , a ver si mereció la pena . Entonces La enfermera te nombra y entras con la tensión en 18 y una sonrisa tipo “la duquesa de Alba”. Mientras revisa papeles y placas entabla una conversación que podría ser agradable si no existiera la cortina detrás de la nuca. Amablemente pregunta fechas y síntomas, dudas hasta del nombre que te pusieron al nacer y pasas al “cuartín” a poner la bata que no estás segura del lado que abre.
Sales y miras aquella cosa llamada silla que los productores de”Terminator" utilizaron en todas las películas de terror y te sientas como si nada.
La conversación sigue sin hilo, pero sigue. Hay un momento que alguien dicen : “Ahora relájate” donde la tensión sube a 24 , pero intuyes que falta poco. Ya está, te levantas sintiéndote como Santa Brígida cuando la cogió el toro, y pasas a un estado donde recuerdas cómo te llamas, el nombre de tus hijos y los chorizos que necesitas comprar para hacer las lentejas.
Vas a tu casa y esperas un mes por los resultados reflexionando sobre la vida y la muerte en los descansos de la película, hasta que un día te levantas por la mañana y decides que “vaya a freír morcillas” todo lo que te da miedo , que según Freud es un mecanismo de defensa y así hasta la revisión del año que viene, si todo va bien.