sábado, 15 de marzo de 2008

El Olivar

Era tarde
una tarde aburrida y sin gente.
Fregaba los vasos en una postura imposible
con el agua fría y el pensamiento lento.
Una tarde pesada y larga
la música se repetía incansablemente
y la ventana ofrecía el Oviedo de siempre;
mujeres de vida triste y ojerosa
pensionistas con la paga a punto de ser devorada
chigreros de cara pálida
y ese olor de atardecer que dejan las zonas viejas de las ciudades
llenas de bares; mezcla de orina ,vomitona , alcohol
y productos venenosos del alcalde de la escoba de oro.
Una tarde de aquellas apareció aquel antiguo boxeador de ojos tiernos.
-Soy Calderón de la Barca- dijo.
Pidió un vaso de vino y se quedó mirando la tarde.