lunes, 24 de marzo de 2008

Cuando la vida se carga de crueldad

Al mirar la foto de aquellos niños de ocho años
sonrientes bajo la portería del colegio
recuerdo cuantas veces les vi jugar al fútbol
desesperados por meter gol.
Cómo les vi crecer, cantando año tras año cumpleaños feliz
cada uno con su carácter , con esa inocencia común de la infancia.
Recuerdo a Roberto,
con su cara sonriente y sonrosada
con la bondad de los niños buenos
que les cuesta decir no.
El pequeño de una familia de hermanos mayores
y padres mayores.
Un niño de ojos brillantes
trabajador y obediente
que un día elige ser chapista
y lo consigue
y compra un coche como quien compra una parte de la felicidad.
22 años tímidos que tropiezan con una novia colombiana
que acelera el matrimonio.
Una mujer necesitada de papeles
con un hijo adolescente
y una familia lejos esperando la llamada.

Roberto se casa sonriente envuelto en cocaína
y un mal día lo ingresan en el hospital con derrame cerebral.
Ahora pronto será padre
y aquellos amigos de la foto asustados
y temerosos le felicitan por la buena nueva.

Ayer salió de la cárcel por maltratador.

La vida puede venir cargada de crueldad.