Los viernes de verano la calle se llena de muebles viejos
alambres, cocinas, neveras, armarios, libros,
la vida de vecinos que van y vienen
renovando el espacio, quién sabe si su vida.
En el rastro encuentro mi casa a precio de saldo
el olor del tiempo y los afectos se desparrama entre la acera
y el camión de la basura.
Querido camión.