Dedicarse a la enseñanza tiene esos momentos de juicio que espachurran la salud mental .Ves desfilar mentes autoestimuladas e hinchadas de protección bondadosa que te hacen preguntarte ¿qué tiene de bueno lo de la autoestima?, ¿qué tiene de bueno poner la vida en bandeja, aparte de para echártelo en cara 20 años más tarde si abandonas los estudios, no encuentras trabajo o se te congela la sonrisa?
Cuando la psicología no existía, sobre todo si tenías hermanos o familiares , amigos y allegados llenos de amor, crecías escuchando aquello de: “ pareces imbécil , o “no tienes chapeta”, demasiadas veces, hasta que apreciabas el termino en su justa medida controlando como podías los instintos asesinos.
Un día aparecía aquello que se llamaba “uso de razón” y comenzabas a marcar la diferencia entre el bien y el mal, entre andar por la vida y vegetar. Pero la psicología, invade de significación la autoestima sin hablar del esfuerzo que conlleva. Si exceptuamos a los monjes tibetanos y a las monjas de clausura, alguien debería explicar que estimarse va acompañado de algo más que saber respirar.
Hincharnos de autoestima nos libera de ser culpables cuando somos culpables y de ser imbéciles cuando somos imbéciles. Puede que generemos mayor felicidad y menor culpabilidad o ¿tendrá razón Spinoza?
“El que se arrepiente de lo que ha hecho es dos veces miserable"
La casa de las babayagas
