Respira profundamente mientras abres la puerta del cuartín y visualizas interna y externamente lo que tienes alrededor . Pueden ser 32 calcetines desparejados, un pantalón que no le entra a nadie, las cortinas que jubilaste, las luces de navidad de 1980, la colcha de ganchillo de tu madre, la pota exprés que no cierra, el espumillón calvo, una puerta vieja que no se tira porque no, una bici desorientada , 50 libros que no lees,10 tarros de cristal por si un día haces conservas y cinco sabanas tamaño individual huérfanas de cama. Respira lo más profundamente que puedas tres veces ,después lleva tu atención a los pies. Tómate tu tiempo y siente como pesan y se relajan; pesan y se relajan. Visualiza un campo lleno de amapolas mientras repites mentalmente el mantra “Todo lo que no se ha utilizado en los doce últimos años merece una reflexión”. A continuación imagina una luz muy dorada y brillante que comienza a introducirse en tu mente. Visualiza como esa luz va bajando por tu cabeza, a través de tu cuello, hombros, espalda, brazos y manos, pecho, abdomen, cintura, glúteos y genitales, pantorrillas y muslos, rodillas, tibia y peroné, tobillos y finalmente pies. Tómate todo el tiempo que necesites para que esa luz inunde todas esas partes de tu cuerpo y las revitalice, despeje y equilibre. Respira, es el momento de decir adiós.
Separa por un lado lo que decides quedarte y procura desprenderte por lo menos de los calcetines. Luego clasifica, y compra cajas grandes de cartón para guardar enseres, etiquetar y guardar en los altos de los armarios si la voluntad no te deja hacer otra cosa y suda regulando las vísceras abdominales al grito de “PUXA ASTURIES” .Espera unos minutos y vuelve en ti lentamente.