jueves, 6 de diciembre de 2007

Ayer fui a cortar el pelo al Instituto

Ayer fui a cortar el pelo a un centro de Formación Profesional donde me convertí en conejillo de indias a cambio de un servicio gratuito de corte y peinado . Después de haber realizado los tramites precisos me adjudicaron una alumna que vino provista de su toalla, cepillos y peines varios. Me senté en el lavadero de cabezas dispuesta a un momento plácido ,tipo Meryl Strip en “Memorias de África”, con la mejor de las disposiciones como clienta.
Momento en el que dimos paso al proceso propiamente dicho de
” lavado de cabeza”- Fase 1;un proceso que duraría escasamente 5 minutos si no va unido a cremas o tratamientos especiales, pero que en este caso sufrió de varias complicaciones por los sucesivos intervalos de agua caliente y fría que subsanamos a base de sobresaltos.
La alumna peinada al estilo "águila imperial"sufría de un nerviosismo sincero que fue a más cuando una ola de agua dulce saltó sobre mi cara. Momento que recordé las bonanzas de chorrearte con agua caliente y fría intermitentemente.
-No te preocupes, no pasa nada-le dije solidarizándome con toda la clase estudiantil del Instituto, dando paso así a la Fase 2: Corte de pelo.
Puede ser la luz de los tubos fluorescentes, la pintura de las paredes o el color de la toalla, el caso es que de repente me vi al espejo con un color indefinido tirando a enfermizo que me incomodó, me tranquilicé pronto al ver a mi compañera de asiento y al resto del personal del mismo color.
Bien es verdad que mi asiento estaba justo en la unión de dos espejos lo que hacía mas difícil verme de cara entera. Pero no había más asientos libres y a estas alturas, a puertas de la fase segunda de la operación “corte ” sólo quería que aquello terminase.
La alumna me pregunta como va a ser .
-Quería cortar tres dedos y el resto a capas –le dije precisa, arrepintiéndome en ese mismo instante de tal precisión.
-Bien- dijo la futura peluquera segura de sí misma. Y en ese mismo momento desapareció mientras a mi izquierda dos alumnas hablaban de la catástrofe que podría suponer llevar el mechón teñido, torcido de medio lado.
Estas aulas tienen como todas las aulas de Formación Profesional un profesor y 20 o 30 alumnos que ensayan, hacen y deshacen en un proceso de aprendizaje natural, pero el parecido con una peluquería de verdad es tal, que las contestaciones de las jóvenes aprendices tipo:" a ver donde está esa, no la soporto y no me jodas", chocan más.
Por fin llega la profesora y le dice a la alumna que empiece, a lo que la alumna contesta un ¿te fías de mí?, que me produjo cierta angustia, pero en el fondo agradecida porque todo comenzase. Con el permiso concedido quité las gafas para que nada perturbara la operación, la alumna corta el primer mechón y espantada corre a llamar a la profesora angustiada por si había sobrepasado los tres dedos, traté de calmar la situación con un:
-Está estupendo. A lo que sus compañeras de la izquierda añadieron un ,"no seas tonta", que sobraba.
Pasaron 45 minutos y tímidamente pregunté si la fase tres duraría más de una hora porque tenía que ir a trabajar. En esos momentos una compañera altruista decidió ayudarla y comenzó un vaivén a derecha izquierda de mi cabeza difícil de olvidar .
A punto de vomitar puse el abrigo y fui caminando hacia el trabajo.
Orbayaba.
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