sábado, 3 de noviembre de 2007

Un día de limpieza y el feng shui

El feng shui es el arte de la armonía casera, un arte ancestral que te enseña a disponer las habitaciones y colocar muebles de manera que no te caigan encima o te traguen como Gargantúa.
Una puede vivir sin feng shui lo mismo que vive sin lavavajillas hasta que un día por casualidad abre un libro y comienza a hacerse preguntas filosóficas. ¿La silueta del tejado puntiaguda del vecino estará enviándome energía negativa? ¿Mis problemas financieros serán debidos a la mala ubicación del sofá? ¿La situación de la bañera del vecino de arriba estará interfiriendo en mi vida sexual? ¿Mi cocina estará situada al noroeste y eso me provoca pérdidas económicas continuas? ¿La lámpara que utilizo es de forma rectangular en vez de circular y eso interfiere en mis entendederas? ¿Qué significa vivir en el número 8, elemento tierra dominado por el trigrama Ken? ¿Mi hogar carece de armonía? ¿Tendré el Chi estancado? Y todas estas preguntas pueden servir para enfermar o para aprender.
Es fundamental saber que el feng shui puede ser malo o bueno y que consta de cinco elementos: agua, metal, tierra, fuego y madera y que cada punto cardinal lleva un elemento asociado. El calendario chino también tiene que ver con el feng shui y está representado como tallos y ramas del tiempo. Cada ciclo se expresa en los cinco elementos (tallos celestiales) y (doce animales que son las ramas terrenales) esto provoca que la energía se transforme de año en año y de yin en yang. Todo cambia en función de si los meses o los años son yin o yang. Por ejemplo, antes del 4 de febrero de 2004, el mundo estaba bajo la influencia de la energía del metal, que originó mucho dinero. Ahora estamos en el número 8 y según los chinos eso es mejor.
Pero volviendo a la casa, la regla básica para conseguir un hogar armonioso es mantener el Chi en movimiento equilibrado. Estar de mal humor, triste e infeliz es el equivalente a que tu hogar carece de armonía y a un Chi estancado y eso me parece fantástico.A una mala se le puede echar la culpa a los muebles, darse cuenta que moviéndolo todo 30º, o si la cosa está muy mal, un giro de 180º en casa mejorará nuestras vidas.
Me estoy imaginando esas mañanas que no hay café, pillo el atasco en la autopista, llego tarde a trabajar, discuto con alguien por una chorrada vuelvo a las 3 con ganas de narcotizarme con la tele y encuentro una leonera sin haberme preguntado donde está el Chi. Qué bonito sería comprender cuando alguien se entristece demasiado o te hace la puñeta sin más, que tendrá la casa mal orientada, el color de las paredes inadecuado o que sigue guardando un regalo que alguien le trajo de Benidorm. Después de todo, siempre es mejor echarle la culpa al feng shui.
Mi pregunta ahora es: ¿Se puede tener una casa feng shui y ser un desgraciado?
(Tendría que estar colocando la estantería de una vez).
Quizás todo comenzó siendo un arte de los poderosos que ahora las revistas del bienestar venden como armonía espiritual. Quizás lo que este arte milenario no dice es que pocos chinos dispondrían de casa, recibidor, habitaciones, salas de estar, jardines y estanques para armonizar; pero volviendo a mi casa me parece interesante localizar los ladrones de energía que me están bloqueando sin saberlo y que puedo liberar abriendo una ventana o desplazando un espejo. Aunque también me puedo deprimir en este mismo instante intuyendo el bote de champú tirado en el baño, el cenicero repleto, el calcetín mordisqueado, los platos a medio fregar, el desconchado de la pared, la baldosa que se rompió, la que se iba a colocar hace dos meses y no se colocó, los abrigos que se caen del perchero y la estantería que caerá si no la coloco ya.
Tengo la sensación de que si muevo la nevera saltará sobre mí el Chi asesino. Mejor ni la muevo.