jueves, 1 de noviembre de 2007

Para la fiesta de La Castaña

Hablando de proyectos que tienen que ver con La Castañal, desde hace años vienen manteniéndose mensualmente unos encuentros de muyeres. Encuentros abiertos donde mujeres jóvenes y menos jóvenes, con distintos trabajos y de diferentes lugares se reúnen. Algunas se asoman de manera recelosa temiendo que sea una especie de secta en pie de guerra contra el hombre, o algo peor, un comadreo con el sentido peyorativo que esta sociedad le colgó durante tantos años a cualquier conceyu de mujeres. Lo cierto es que las reuniones comenzaron hace casi 10 años en las escuelas de Piloñeta y que todavía se mantienen en la casa acogedora que Fran habilitó en La Castañal. Son reuniones abiertas donde algunas vienen y van y otras nos reenganchamos un mes tras otro ;quizás porque se comparte la buena cocina hecha en casa o porque nos nutrimos de un rastrillo fértil y abundante donde se intercambian ropa, libros y cosas que nos ayudan a aligerar la economía y nos enseñan a vivir con menos; o quizás porque lentamente vamos comprendiendo otras formas de ser y de vivir; pero por encima de todo es un espacio de amistad.
Que un lugar así se mantenga, año tras año, mes a mes, durante tanto tiempo no es fácil, necesita trabajo, ilusión, generosidad y confianza y eso se lo agradecemos a Ángela que lo inició y lo enriqueció durante todos estos años.
Ahora somos más vieyas y las que no echamos henna al pelo, lo vemos encanecer mes a mes…., y eso también tiene sus ventajas. Sin prisa pero sin pausa vamos adaptándonos poco a poco a una cara con más arrugas, más luz, más años, menos necesidades y nuevos proyectos como el de "la Casa del Babayagas", un proyecto de viejas luchadoras que os presentamos. El nombre viene de las abuelas rusas, abuelas brujas, miedosas y valientes, comunicativas y solitarias, libres y atadas, inocentes y astutas que combinan en sus vidas las buenas y malas virtudes y que de vez en cuando vuelan por los aires sin escoba ni nada. Son sabias por naturaleza y por eso desconfiaron siempre de la eterna juventud y se prepararon una buena vejez. El proyecto de “la Casa de las Babayagas” lo inició en Francia un grupo de mujeres mayores de 70 años, mujeres solas que creían en que otra forma de vivir, de envejecer y de morir era posible , y que proyectaron la construcción de un tipo de vivienda "autogestionada, solidaria y ecológica" que tardó diez años en hacerse realidad , y que por fin este año se inaugura.Hace poco supimos que un grupo de mallorquinas lo tratan de poner en marcha como experiencia unida a la permacultura y sobre todo como una apuesta por el difícil arte de la convivencia. En Asturias os lo presentamos unido a unos versos de Eugenio Montejo,un poeta venezolano que escribe así: :
“ La tierra giró para acercarnos/ giró sobre sí misma y en nosotros,/ hasta juntarnos por fin en este sueño... ".