viernes, 2 de noviembre de 2007

Sapere aude/Atrévete a saber


“Oigo gritar por todas partes: ¡No razonéis!
El oficial dice: ¡No razones, sino haz la instrucción! El funcionario de hacienda: ¡No razones, paga! El sacerdote: ¡No razones, reza!
I.Kant

La Ilustración es el llamado siglo de la razón, el Siglo de las Luces.
“La Ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad. La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para servirse por sí mismo de él sin la guía de otro. Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento!, he aquí el lema de la Ilustración”.
(I. Kant)
Federico el Grande convirtió su corte en un salón de filósofos donde se rendía culto a la razón.Este rey ilustrado nombró ministro de asuntos eclesiásticos y culturales al Barón de Zedlitz, (a quien Kant dedica su Crítica de la razón pura).En 1786 muere Federico el Grande y le sucede Federico Guillermo II, quien, asustado por lo que ocurría en Francia, en 1793, año de la ejecución de Luis XVI, nombra primer ministro a Wöllner, teólogo enemigo de los ilustrados. En octubre de 1794, Kant recibe una dura reprensión, redactada por Wöllner y firmada por el emperador, en la que se le regaña por lo mal que ha actuado, menospreciando doctrinas fundamentales de la Sagrada Escritura; y que se corrija en el futuro o caerá en desgracia.
“Federico Guillermo, rey de Prusia por la gracia de Dios… a nuestro fiel e ilustre súbdito, salud. Nuestra elevadísima persona ha visto desde hace algún tiempo con sumo disgusto cómo habéis abusado de vuestra filosofía para rebajar y desnaturalizar muchas de las doctrinas fundamentales de la Santa Escritura y del cristianismo, en particular en vuestro libro La religión dentro de los límites de la mera razón y en otros escritos menores. Nos esperamos algo mejor de vos; debéis también comprender hasta qué punto faltáis a vuestros deberes como maestro de la juventud y a mis paternales prescripciones en bien del país. Esperamos de vuestra parte, en el menor plazo posible, una justificación completa; y os advertimos que, si no queréis caer en desgracia con nos, no incurráis de nuevo en las faltas cometidas, aplicando por el contrario todo vuestro celo y autoridad, como es deber vuestro, a que se lleven a cabo con mejor éxito nuestras paternales intenciones. En caso contrario, os habréis de atener a las dolorosas consecuencias que os sobrevinieren”.