miércoles, 31 de enero de 2007

El cumpleaños de la babayaga Ángela y la luna

Érase una vez una babagaya que cumplía años y decidió celebrarlo con la luna. La luna sorprendida no sabía que regalarle para la ocasión; ¿le regalaría un pastel? ¿Un vestido? ¿Una marioneta? Desesperada dio una vuelta por todos los rastrillos de la zona y no encontraba nada que le convenciera. Entonces pensó:
-Tendría que buscar algo que necesitara de verdad- y preguntó a sus amigas babagayas.
Las brujas babagayas sabían de los poderes de su amiga, de sus danzas a la luz de la luna, de su debilidad para el amor y los encantamientos. Sabían de su pócima secreta para encontrar siempre lugares hermosos donde descansar, preguntarse cosas y pasar la noche, pero no estaban muy seguras del regalo.
Las viejas babayagas, un poco despistadas convocaron asamblea, prepararon la pota de los deseos y cantaron la canción de las babagayas para ver si podían aclararle algo a la luna; pero de la pota sólo salió una sopa de verduras muy rica, ningún mensaje que les diera una pista sobre el regalo.
No desesperaron y pusieron la pota a hervir por segunda vez, confiando en que la respuesta estaba al llegar,pero mientras el fuego se avivaba decidieron bailar una danza rusa que les hizo perder la memoria hasta el amanecer.
La luna desesperada preguntó al sol que cansado de tanto y tanto caminar, tenía la cabeza demasiado caliente y con voz de trueno contestó:
-Lo mejor es un buen helado de vainilla y chocolate.
Aquella respuesta siguió sin convencerla del todo y decidió descansar.
De repente, cuando estaba casi dormida, una estrella fugaz pasó a su lado; la luna corrió y corrió detrás de ella, sabía que las estrellas fugaces lo saben todo sobre los deseos, pero no pudo alcanzarla.
Por fin llegó el día de la celebración, estaba contenta porque aquella noche mientras dormía había decidido su regalo, un regalo que esa noche quería compartir con la babagaya Ángela. Envolvió la mitad de su luz en una hermosa caja con papel de arroz y un gran lazo y se lo envió por correo a su casa. Era una mañana de niebla, así que cuando la babayaga Ángela abrió el paquete toda su cara, sus brazos, su cuello, su sombrero, todo su cuerpo y su alma se lleno de luz, era el regalo más hermoso que había recibido nunca.
Esa fue la razón de que aquella noche de luna llena en el cielo solo brillara la mitad de la luna.
Y colorín colorado…….