A LAS BABAYAGAS DE MONTREUIL
A esas queridas y viejas babayagas
dispuestas siempre a comenzar,
a esas brujas fuertes como el huracán
que inventan apuestas riéndose de si mismas.
A esas mujeres capaces de cuidarse y de cuidar
de oxigenar el espacio,
de volver a empezar
huyendo de los infantilismos como de la peste.
A esas queridas y viejas babayagas
de todos los mayos
orgullosas de sus desastres y sus vidas.
Por su inteligencia, su tozudez
y su humor.
Por su apuesta.
A mis queridas babayagas de 70 años
que sin ver las conozco
y sin estar las siento.