Creí que un gran dolor desplazaría
los pequeños dolores.
Y sin embargo
chillan allí, debajo de su ala,
hacen
crujir sus dientes, no renuncian
al pedazo de carne al que se aferran
mientras que yo suspiro,
me canto una canción
y digo soy la madre que los pare,
tendré que hacer del hueso mi instrumento
y de mis días una pared ardua
para que ya no trepen, ya no aturdan,
y pueda concentrarme en el silencio
donde el Dolor empolla su gran huevo.
Piedad Bonnett