PEDRO DE SILVA
La más cautivadora y letal de las drogas es la nostalgia, una endorfina que pone sus huevos en un lugar preciso del cerebro. Leo ayer, en la misma página del diario, el último capítulo de tres historias: Woody Allen, Roman Polanski y Silvio Berlusconi. ¿Cuál puede ser, sino la melancolía, la fuente de esa pasión por las jovencitas en fase de ninfa? Occidente es el pueblo de los adoradores de la caída del sol, pero en toda adoración hay un intento de conjurar el miedo que nos provoca aquello que adoramos. Occidente huye de la puesta de sol, no quiere envejecer, se agarra a la juventud con la desesperación con la que un náufrago se abraza a su salvador. Es la nostalgia del recuerdo del sol en lo más alto. La fuerza de atracción de la memoria suplantando a la fuerza del deseo. Machos nostálgicos, patéticos, irredimibles. La droga de la nostalgia tiene difícil deshabituación.
La Nueva España
7-5-2009