Patricia pinta un palomo
pillo, panzudo y pequeño:
le pone púrpura el pico,
le pone de plata el pecho.
El palomo de Patricia
se ha posado en el perchero
y ella le peina las plumas
con la punta del pañuelo.
Pronto el palomo pasea,
presumido y postinero,
mientras Patricia se prende
una petunia en el pelo.
CARLOS MURCIANO