miércoles, 3 de septiembre de 2008

La felicidad que fiede

Vivimos en la sociedad mejor informada de la historia, la sociedad de la información; con una tecla visitamos museos, consultamos el mejor diccionario, la mejor pinacoteca, vemos cualquier película, nos licenciamos en disciplinas varias y el que no sabe abrir un correo o consultar una duda es porque no quiere. Esto nos trae unos beneficios ecológicos y solidarios evidentes; los bosques seguirán existiendo y el acceso a la cultura se democratiza .Mientras tanto la información sobre la felicidad nos entra a” calderaos” en esta sociedad pasiva por excelencia, donde la crítica y la reflexión personal apenas se nota.
Según la escala de Zung, sentirse melancólico, intranquilo o tener estreñimiento, tener la mente dispersa o la dificultad en tomar decisiones son síntomas de depresión. Me pregunto si alguien en su sano juicio puede estar feliz permanentemente, si hasta el Dalai Lama hizo desaparecer su eterna sonrisa cuando los chinos entraron en el Tíbet este verano,convirtiéndolo así en un mortal más.
La fórmula para ser feliz que más escucho últimamente es dejar de pensar; cantidad de terapias crecen en clientes y en economía gracias a este principio. Las mujeres de mi generación que tienen tiempo y ganas de juntarse, comienzan a ser las grandes consumidoras de terapias, que reciben con los brazos abiertos sin la menor crítica. Entre los motivos de terapia están: la tristeza, el conflicto, la falta de amor,de trabajo, el engaño, la soledad y la vida misma, y uno de los requisitos fundamentales para que muchas de las terapias funcionen es vivirlas, dejarte llevar, no pensar, dejar la mente en blanco, descansar , no dispersarte en el antes y el después, fluir tranquilo y sereno aceptando lo que alguien dice,y no reflexionar es importante.
Así nos convencemos entre todos que trabajar el cuerpo, la respiración, la ayuda de los astros, las vibraciones, el silencio interior y la quietud es lo mejor para que la cabeza descanse y pare. Pero ¿Qué puede pasar si no dejamos de pensar?, ¿que nos volvamos locos? ¿o que nos dé por investigar valores ,posturas personales, dejando a un lado tanta felicidad inmediata ,aguantando dudas ,vértigos y desamparos?
Cualquier día confundiremos el pensamiento con un tumor. No sé si la Historia y la Filosofía terminarán por prohibirse de la faz de la tierra, con el beneplácito de terapeutas y clientes en aras de la felicidad . Miedo me dan.