domingo, 30 de mayo de 2010

Leopold Staff

«No me lo podía creer, / de pie en la orilla de un río / que era ancho y turbulento, / que tuviese que atravesar aquel puente / que era estrecho y frágil, / tendido sobre el incierto abismo. / Caminé delicado como una mariposa, / y pesado como un elefante. / Caminé seguro como un danzarín / y temeroso como un ciego. / No me podía creer que pudiese atravesar aquel puente, / y ahora que estoy de pie en la otra orilla / no me puedo creer que lo haya cruzado».


El puente