Antes de convertirse en Concha, Conchita Velasco siempre me dio la imagen de española frescachona y resuelta, marcando las bondades del cuerpo femenino a ritmo de chica ye-ye con vespa. Una imagen de española sobrada y explosiva que llenaba las pantallas de pamelas y chorizos, gritando al mundo su sinceridad enfermiza. Una generación de mujeres que existía en la pantalla y en casa provocando en mis adentros una mezcla de envidia y estupor.
No puedo imaginar que se haga mayor algún día.